A continuación, tomaron la palabra Patrice Azais, un histórico de la asociación, que declaró sentirse orgulloso de todos los que han hecho posible estos 40 años. Definió a AFELMA como una organización de vanguardia que hablaba “de rehabilitación antes de la crisis de la construcción, de exigencias térmicas más intensas antes del EECN” o “de la contaminación acústica ya en 1998”. Recordó la decisión estratégica de colaborar con los fabricantes de placa de yeso para realizar ensayos acústicos y ofrecer a los profesionales un Catálogo de Soluciones Acústicas y Térmicas para cumplir el CTE, al que calificó como “el mejor de Europa”.
Nicolás Bermejo justificó la eficiencia energética “porque solo tenemos un planeta”, con unos recursos y una capacidad de absorción de GEI limitada y recordó que “tenemos un compromiso como país de reducir un 40% las emisiones de CO2 en 2030 y un 60% en 2040”.
Recurrió a las cifras macro para mostrar la necesidad de intensificar la estrategia de la eficiencia energética en España porque nuestra dependencia energética se sitúa en el 80%, frente al 54% de la UE y genera déficit en nuestra balanza Energética de 46.000 millones de euros. En 2018, España importó más de 67 Ktns de petróleo. “Cada vez que en España subimos la calefacción, nuestra riqueza disminuye” y supone un gran esfuerzo mantener las condiciones de confort para un hogar medio que consume unos 10.000 kWh, lo que conlleva a la aparición de situaciones de pobreza energética (6,8 millones de personas, según ACA).
Recordó, en el tramo final de su exposición, que el 25% del consumo energético europeo proviene de procesos industriales, carentes de una normativa que regule su eficiencia energética. Según el estudio Ecofys de EiiF en España, el potencial de ahorro en el sector industrial equivale al consumo energético de 1,2 millones de viviendas o a las emisiones de CO2 de 1,7 millones de coches.
Pedro Luis Fernández-Cano aportó la visión de AFELMA sobre la seguridad de las edificaciones en caso de incendio, reconociendo la mejora de las normativas desde el año 2000 y la ayuda que supusieron “las Euroclases como estándar para medir la reacción al fuego en toda Europa y su obligatoriedad para la consecución del Marcado CE”, que permite comparar normativas nacionales y saber cómo estamos en cuestiones de seguridad. Aplicado a sucesos como el desgraciado incendio de Grenfell, ofrece un enorme conocimiento y experiencia para extraer conclusiones y cambios normativos. Abogó por que los países analicen las conclusiones y las asuman porque el siniestro podría haber ocurrido aquí mismo.
En la misma línea, solicitó aprovechar la experiencia de otros países sobre seguridad en caso de incendio en los sistemas de aislamiento por el exterior (Sate o fachadas ventiladas), que con la rehabilitación comienzan a ser populares en España. Aplicaciones “fantásticas por su ahorro energético, pero que plantean retos importantes a nivel de seguridad”, ya que según el sistema y los materiales empleados, pueden ser muy seguros o poco seguros.
Finalmente reclamó una revisión del DB SI en línea con la Directiva EPBD que exige tener en cuenta la seguridad contra incendios en la rehabilitación, porque la rehabilitación térmica no puede convertirse en un agravante del riesgo de incendio. Por último, insistió en que los usuarios deben conocer y exigir la información sobre reacción al fuego de los aislamientos que se instalan y cómo éstos les ayudan a protegerlos en caso de incendio.
Ramón Ros finalizó este apartado hablando sobre la importancia de la acústica en la calidad de vida. Se remontó a un anuncio de un socio fundador de AFELMA en 1976 que rezaba “Construir bien es aislar mejor”. Lo que entonces era “predicar en el desierto hoy está en boca de todos”. En esa misma década, señaló que “la Convención de Estocolmo (1972) reconocía que el ruido es uno de los agentes contaminantes más agresivos, tanto en las ciudades como en la industria”.
Relacionó los múltiples efectos del ruido sobre la salud (alteraciones auditivas, estrés, irritabilidad, dolores de cabeza, etc.), destacando que el ser humano no descansa con un nivel de ruido superior a los 35 dB. Y refirió las innegables consecuencias económicas sobre el turismo de calidad, que es absolutamente incompatible con el ruido, el precio de los inmuebles, que pueden devaluarse un 50%, y el coste del tratamiento de las patologías del ruido para los sistemas sanitarios y para la productividad de las empresas. Una vez más, concluyó, “observamos como el binomio salud y edificación aparecen en la misma ecuación”.
Todo esto le llevó a afirmar que “el ruido es el problema silencioso, no ocupa espacio en los medios. Está ahí, pero no se habla de él”. Tal y como reflejaba en 2017 la Encuesta del INE sobre Condiciones de Vida, el ruido procedente de los vecinos o del exterior es un problema para el 15,1% del total nacional de hogares, es decir, 2.790.000 hogares tienen problemas de ruido.
Reclamó una revisión más exigente del DB HR, ya que nuestras normas acústicas son de las más laxas de Europa. Además, solicitó condicionar la entrega de la cédula de habitabilidad a la comprobación de la norma acústica por medio de mediciones in situ; e incrementar la información del usuario por medio de una certificación acústica a semejanza de la certificación energética.
Los retos de la edificación según organizaciones sociales y profesionales
José Luis López, Director de ACA-Asociación de Ciencias Ambientales, definió la pobreza energética como un “sobreesfuerzo o capacidad de pago de la factura energética” (gastos de climatización, iluminación, cocina, consumo del agua caliente sanitaria, etc.). Su origen es el incremento de precios de los suministros (el tercero mayor de la UE28 en electricidad y el primero en gas natural) y el estado de la edificación, responsable del 17% del consumo final de energía y del 25% de CO2.
En 2016, un 29% de la población (13,2 millones de personas) padecía gastos energéticos desproporcionadamente altos según ingresos. Para corregir esta situación, propuso, entre otras medidas, “elaborar una estrategia estatal de protección de los derechos energéticos de los ciudadanos y priorizar enfoques estructurales (abordar problemas desde la raíz, precios, edificación, etc.)
Por su parte, Carmen Rodríguez, presidenta de Adeces, Asociación pro Derechos Civiles, Económicos y Sociales, defendió que el ciudadano tiene que ser el beneficiario de la edificación. Criticó la poca exigencia del anterior DB HE que permitió que llegasen miles de viviendas al mercado con condiciones térmicas muy mejorables y la nueva propuesta porque, indicó, sigue derrochando la “ventaja del clima y consumiendo lo que no tenemos y contaminando lo esencial”.
Reivindicó una actualización del DB HE que explicite el nivel de consumo energético para que una edificación sea de verdad EECN, evitando equiparar este estándar con cumplir el DB HE. “No podemos hacernos trampas al solitario”, señaló. Además, reclamó un intenso plan de rehabilitación y una edificación que tenga en cuenta nuevos parámetros como accesibilidad, calidad del aire, aprovechamiento del agua, etc. y seguridad, ante la “devaluación imprudente” del DB SI.
Penélope González, de la junta Directiva de Aecor (Asociación Española para la Calidad Acústica), comenzó por denunciar el olvido de la acústica en la edificación, a pesar de sus consecuencias en la salud y en el confort. Reivindicó un incremento de las exigencias del DB HR, porque incluso con edificios construidos bajo la norma las encuestas de percepción señalan que la calidad acústica no es todo lo buena que debería ser; y una certificación acústica que permita “ver el punto en que nos encontramos”. También recordó lo importante que es proyectar “bien” para evitar problemas acústicos. Por último, señaló otros campos de atención como la acústica medioambiental y la acústica en la industria.
Carlos Rodero, presidente del Comité Sectorial de Productos de Protección Pasiva de Tecnifuego, Asociación Española de Sociedades de Protección Contra Incendios, inició su exposición señalando las dos grandes misiones de la asociación: detección temprana de un incendio para que pueda apagarse con medios locales y organizar vías de evacuación seguras, porque la experiencia demuestra “que cada vez los bomberos tienen menos tiempo para llegar antes del Flash Over”, ya que la carga de fuego de los edificios han subido mucho y los materiales son muy combustibles.
Más que por los retos prefirió preguntarse por lo que está ocurriendo e ilustró a la audiencia con ejemplos reales de mala ejecución para sentenciar “en construcción todo lo que no se ve y no se controla es perfecto. Lo malo es cuando lo miras”. Denunció la ausencia de control y la falta de protocolos correctos, como se ha podido ver en Grenfell, que puso el punto sobre la i.
La construcción, finalizó, “ha mejorado muchísimo, pero tiene que mejorar mucho más y esto se hace buscando los detalles”. Por ello propuso como soluciones partir del control: la calificación de instaladores, el control de la ejecución, el uso adecuado de los productos, el mantenimiento, y asegurar las prestaciones durante toda la vida útil.